El papel y el lápiz, el papel y el bolígrafo, el papel y la pintura, son las parejas ideales para José Luis Zesati, en las que confía, sus grandes aliados y las que usa como herramientas para externar sus ideas.
Autodidacta, de manos hábiles y gran conversador, el Maestro Zesati nos plantea gráficamente Un Cuento de Maíz, en el que describe a sus protagonistas siempre en movimiento y a la luz como fibra conductora, narradora de lo que sucede en cada escena, en una noche o en un conjunto indefinido de noches, en blanco y negro, y usando de manera controlada y muy discreta el color en otra serie que reinterpreta el cuento, que continúa el ciclo de vida y de muerte, del mismo origen y emergente de la tierra, de los peligros y de las alianzas con el hombre para la supervivencia de ambos.
Cereal maravilloso, originario de América, ha sido motivo de atención y preocupación por los experimentos genéticos, la creación de transgénicos como resultado de ello, la contaminación de los suelos, las controversias, y es motivo ahora de una reflexión sobre lo que el maíz ha significado para nuestras culturas, originalmente culturas del maíz y su legado: semilla generosa, cuya respuesta a su cuidado, al trabajo de la tierra que lo contiene, nos da el sustento cotidiano, y nos da también identidad, y a través de Un Cuento de Maíz del Maestro Zesati nos hace recordar que ambos, Hombre y Maíz somos en esencia polvo estelar.
Dibujante, ilustrador, diseñador autodidacta. Reside en la ciudad de Chihuahua, desde 1955.
El maíz significa un principio vital y un elemento fundamental de la cosmovisión de los pueblos indígenas... México es centro de origen del maíz. El centro de origen de una especie es la zona donde se inició el cultivo o la domesticación de esa especie determinada.
El maíz es uno de los alimentos básicos más importantes que conoce el ser humano ya que en torno a él se pueden realizar gran cantidad de preparaciones así como también pueden obtenerse de él numerosos productos derivados (por ejemplo, harinas, aceites, etc.).
Mangelsdorf defendió la hipótesis de que el maíz se originó de una forma silvestre de maíz tunicado en las tierras bajas de América del Sur: propuso que el teosinte era un híbrido natural de Zea y Tripsacum (Mangelsdorf, 1947, 1952, 1974; Mangelsdorf y Reeves, 1939, 1959).
La domesticación y desarrollo del maíz fue un proceso que incluyó, sobre todo, diversas áreas del sur y el centro de México. Proceso de creación colectiva de todos los pueblos que desde la antigüedad ocupan esta porción de la tierra americana. Lo que requirió del interés, la sabiduría y la pasión de miles de experimentadores agrícolas durante miles de años. Así se domestica esta planta milagrosa.
Hazaña cultural que a los mexicanos nos remite a la necesidad de reconocer, reclamar y proteger la rica herencia de conocimiento botánico, de ingeniería genética, que nos legaron como parte de un modelo cultural nuestras culturas prehispánicas, nuestros indígenas, nuestros campesinos.
El maíz es originario y fue domesticado por los pueblos indígenas en el centro de México desde hace unos 10,000 años, e introducida en Europa en el siglo XVII. Actualmente, es el cereal con el mayor volumen de producción a nivel mundial, superando incluso al trigo y al arroz.
El maíz del Anáhuac, el maíz de olas fieles, cuerpo de los mexitlis, a mi cuerpo se viene. En el viento me huye, jugando a que lo encuentre, y que me cubre y me baña el Quetzalcóatl (1) verde de las colas trabadas que lamen y que hieren. Braceo en la oleada como el que nade siempre; a puñados recojo las pechugas huyentes, riendo risa india que mofa y que consiente, y voy ciega en marea verde resplandeciente, braceándole la vida, braceándole la muerte! II El Anáhuac lo ensanchan maizales que crecen. La tierra, por divina, parece que la vuelen. En la luz sólo existen eternidades verdes, remada de esplendores que bajan y que ascienden. Las Sierras Madres pasa su pasión vehemente. El indio que los cruza “como que no parece”. Maizal hasta donde lo postrero emblanquece, y México se acaba donde el maíz se muere. IV Mazorca del aire (2) ymazorcal terrestre, el tendal de los muertos y el Quetzatcóatl verde, se están como uno solo mitad frío y ardiente, y la mano en la mano, se velan y se tienen. Están en turno y pausa que el Anáhuac comprende, hasta que el silbo largo por los maíces suene de que las cañas rotas dancen y desperecen: ¡eternidad que va y eternidad que viene! VI El santo maíz sube en un ímpetu verde, y dormido se llena de tórtolas ardientes. El secreto maíz en vaina fresca hierve y hierve de unos crótalos y de unos hidromieles. El dios que lo consuma, es dios que lo enceguece: le da forma de ofrenda por dársela ferviente; en voladores hálitos su entrega se disuelve. Y México se acaba donde la milpa (3) muere. IX Hace años que el maíz no me canta en las sienes ni corre por mis ojos su crinada serpiente. Me faltan los maíces y me sobran las mieses. Y al sueño, en vez de Anáhuac, le dejo que me suelte su mazorca infinita que me aplaca y me duerme. Y grano rojo y negro (4) y dorado y en cierne, el sueño sin Anáhuac me cuenta hasta mi muerte.
Gabriela Mistral
Notas:
(1) Quetzalcóatl, la serpiente emplumada de los aztecas.
(2) Alusión al fresco del maíz de Diego Rivera llamado "Fecundación".
(3) "Milpa", el maizal en lengua indígena.
(4) Especies coloreadas del maíz.
Entonces los dioses se juntaron otra vez y trataron a cerca de la creación de nuevas gentes, las que serían de carne, hueso e inteligencia. Se dieron prisa para hacer esto, porque todo debía estar concluido antes de que amaneciera. Por esta razón, cuando vieron que en el horizonte empezaron a notarse vagas y tenues luces, dijeron:
Ésta es la hora propicia para bendecir la comida de los seres que pronto poblarán estas regiones.
Y así lo hicieron. Bendijeron la comida que estaba regada en el regazo de aquellos parajes. Después dijeron oraciones cuye resonancia fue esparciéndose sobre la faz de lo creado como ráfaga de alhucemaque llenó de buenos aromas el aire. No hubo ser visible que no recibiera su influjo. Este sentimiento fue como parte del origen de la carne del hombre. Al tiempo que sucedía esto faltaba poco para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran en el cielo. De lugares ocultos cuyos nombres se dicen en las crónicas, bajaron hasta los sitios propicios, el Gato, la Zorra, el Loro, la Cotorra y el Cuervo. Estos animales trajeron la noticia de que las mazorcas de maíz amarillo, morado y blanco, estaban crecidas y maduras. Por estos mismos animales fue descubierta el agua que sería metida en las hebras de la carne de los nuevos seres. Pero los dioses la metieron primero en los granos de aquellas mazorcas. Cuando todo lo que se dice fue revelado, fueron desgranadas las mazorcas, y con los granos sueltos, desleídos en agua de lluvia serenada, hicieron las bebidas necesarias para la creación y para la prolongación de la vida de los nuevos seres. Entonces los dioses labraron la naturaleza de dichos seres. Con la masa amarilla y la masa blanca formaron y moldearon la carne del tronco, de los brazos y de las piernas. Para darles reciedumbre les pusieron carrizos por dentro. Cuatro gentes de razón no más fueron primeramente creadas así…
Ermilo Abreu Gómez
Versión y Prólogo
POPOL VUH
Antiguas leyendas del Quiché
Segunda edición en Colofón 1992
Cuentan que el maíz viene de allá arriba y que al comienzo pertenecía a la Dueña del lugar; a la Dueña de la montaña que vivía allá en una cueva. En aquella época la gente tenía mucha hambre y entonces vieron salir a las hormigas de la cueva de la Dueña y las vieron salir con granos de maíz sobre sus espaldas. Entonces la gente llamó al pájaro carpintero para que abriera con su pico un hueco en la piedra. El pájaro no pudo. Entonces llamaron al rayo que lanzó una descarga muy fuerte. Toda la roca tembló y se rompió y entonces los granos quedaron libres.
Los hombres tendieron la mano para recibir el grano sagrado y se lo llevaron a sus casas y lo plantaron y tuvieron una muy buena cosecha.
Un día apareció una mujer en la milpa y dijo: «Yo soy la Dueña del maíz, yo soy el grano que entierran, espero que aprecien esto, espero que no me olviden y me celebren muchas costumbres».
Hombres de maíz
Miguel Ángel Asturias
1949
Oh bebedor de la noche, ¿por qué ahora te disfrazas? Ponte tu ropaje de oro, revístete de la lluvia. ¡Oh mi dios!, dádiva de piedras preciosas tu agua, al bajar sobre los acueductos, trueca en plumas de quetzal al sabino. La preciosa serpiente de fuego al fin me dejó. No vaya yo a perecer, yo la tierna mata del maíz: mi corazón es cual esmeralda: he de ver el oro. Mi corazón se refrigerará; el hombre madurará, habrá nacido el caudillo de la guerra. ¡Oh mi dios!, haya abundancia de maíz; la tierna mata de maíz se estremece ante ti, tiene fija en ti la vista hacia tus montañas, te adora. Mi corazón se refrigerará; el hombre madurará, habrá nacido el caudillo de la guerra.
Poesia náhuatl
América, de un grano de maíz te elevaste hasta llenar de tierras espaciosas el espumoso océano. Fue un grano de maíz tu geografía. El grano adelantó una lanza verde, la lanza verde se cubrió de oro y engalanó la altura del Perú con su pámpano amarillo. Pero, poeta, deja la historia en su mortaja y alaba con tu lira al grano en sus graneros: canta al simple maíz de las cocinas. Primero suave barba agitada en el huerto sobre los tiernos dientes de la joven mazorca. Luego se abrió el estuche y la fecundidad rompió sus velos de pálido papiro para que se desgrane la risa del maíz sobre la tierra. A la piedra en tu viaje, regresabas. No a la piedra terrible, al sanguinario triángulo de la muerte mexicana, sino a la piedra de moler, sagrada piedra de nuestras cocinas. Allí leche y materia, poderosa y nutricia pulpa de los pasteles llegaste a ser movida por milagrosas manos de mujeres morenas. Donde caigas, maíz, en la olla ilustre de las perdices o entre los fréjoles campestres, iluminas la comida y le acercas el virginal sabor de tu substancia. Morderte, panocha de maíz, junto al océano de cantara remota y vals profundo. Hervirte y que tu aroma por las sierras azules se despliegue. Pero, dónde no llega tu tesoro? En las tierras marinas y calcáreas, peladas, en las rocas del litoral chileno, a la mesa desnuda del minero a veces sólo llega la claridad de tu mercadería. Puebla tu luz, tu harina, tu esperanza la soledad de América, y el hambre considera tus lanzas legiones enemigas. Entre tus hojas como suave guiso crecieron nuestros graves corazones de niños provincianos y comenzó la vida a desgranarnos.
Pablo Neruda
Tercer libro de las odas (1957).